jueves, 11 de junio de 2009

Martin y yo... y las demás

Esta es mi historia.

Conocí a Martín Sánchez Avanzini a finales de enero de 2008, a través de un sitio de internet para contactar gente. Ya antes había conocido a otras personas, que habían resultado ser buenos amigos, así que no me dio desconfianza. Después de intercambiar algunos comentarios, decidimos darnos los correos y así poder comunicarnos on line a través del messenger.

Al principio eran pláticas casuales, temas sin importancia. Poco a poco, las charlas se tornaron mas serias, sobre los temas que más nos interesaban (familia, trabajo, futuro… y muchas veces, el pasado también). Un día me contó que en realidad, él no era peruano sino español, pero llevaba 5 años radicado allá. Le pregunté la razón por la cual se había establecido en Lima, pero solo respondió: el destino. Y no quise indagar más. Pasó el primer mes, nos contactábamos casi a diario por grandes periodos de tiempo… tres, cuatro y a veces hasta 5 horas charlando. A finales de febrero, ya éramos “novios”.

Un día me contó su historia. Su abuelo italiano había llegado a España sin un quinto en el bolsillo. A base de trabajo, había logrado fundar un pequeño negocio que con el tiempo creció hasta convertirse en una empresa de cierta magnitud. En el trayecto, se había casado y tenido una hija que, a diferencia de su padre, creció con lujos y comodidades. La hija se casó con un empresario español y de esa unión nacieron dos hijos: Martín y Ernie, gemelos. El tiempo evidenció las diferencias entre ambos niños, pues mientras Martín prefería pasar el tiempo con su abuelo, a Ernie le interesaban más los centros comerciales. Los padres jamás estaban en casa, ocupados siempre con una vida social donde los hijos solo habían sido añadidos para completar el cuadro. Los niños crecieron y sus personalidades se volvieron aun más distintas. A los 18 años Martín ingreso al mundo del modelaje, y acompañó su estancia con drogas y alcohol, de ahí sólo el soporte moral de su abuelo pudo sacarlo. Cierto día conoció a una gitana de la cual se enamoró perdidamente, Holenka. Al llevarla a casa, el repudio familiar no se hizo esperar y Holenka fue rechazada por su raza y posición económica. Ella decidió no ver más a Martín pero el la buscó y tiempo después, continuaron su relación. Al declarar ante su familia (su madre principalmente) que el se quedaría con Holenka, su familia le negó todo apoyo, tanto moral como económico y Martín salió de su casa sin nada más que la ropa que traía puesta. Se casó con Holenka, consiguió trabajo en una oficina y durante dos meses tuvo un periodo de tranquilidad. Sin embargo, un día recibió una llamada. Holenka había sufrido un accidente y era necesario que el fuera a casa. Al llegar encontró una ambulancia. Holenka había sido atropellada cuando estaba cruzando la calle, por un auto muy lujoso (según versiones de los vecinos, por lo cuál supuso que el acto había sido planeado por su familia). Falleció como resultado. Tenía dos meses de embarazo.

El dolor hizo que Martín se refugiara en el alcohol y las drogas de nuevo. Salió de España y se dedico a recorrer algunos países de Europa. Si necesitaba dinero, solo tenía que pedírselo a su abuelo. Un día despertó en Alemania. Había pasado la noche con una prostituta que al final le había robado la cartera y todo lo que pudo tener de valor. La dueña del motel escuchó su historia y le sugirió que lo que necesitaba, era poner distancia de por medio, entre él y su pasado. Así que un buen día lo contactaron con la embajada de España en Lima, y partió al día siguiente.

Una vez en Perú, empezó a colaborar con la embajada; ocupaba un departamento amplio en plena ciudad y se transportaba en un auto impecable. Una tarde al regresar a casa, un niño se le acercó para limpiarle el parabrisas. El niño le recordó a su hijo nonato, Al día siguiente, recorrió la misma avenida y trató de localizar al niño, sin tener suerte; sin embargo, preguntando en los alrededores encontró a muchos como ellos. Se dio cuenta entonces de que necesitaba hacer algo por esos niños que crecían en las calles, sin comida ni techo seguros. Se comunicó con su familia en Europa, con la cual había perdido el contacto, y le pidió ayuda a su hermano. Éste le depositó alrededor de 5 mil euros, y uniendo esfuerzos con conocidos en Lima, puso en marcha su proyecto. Vendió su auto y todo lo que podía tener de valor, renunció a la embajada para concentrarse en su casa hogar y con lo recaudado, compró un terreno y construyó una vivienda. De los primeros colaboradores, solo quedaron muy pocos, pues casi nadie estaba dispuesto a invertir en un proyecto del cual no obtendrían más beneficio que la propia satisfacción.

Al poco tiempo de empezar su proyecto, su familia lo contacto para hacerle saber que su abuelo había muerto y que era necesaria su presencia en la lectura del testamento. El abuelo decidió dejarle toda su herencia, pero no podría cobrarla hasta que no encontrara a una mujer a quien amara y con la cual se casara. La decisión en el testamento enfrío aun más las relaciones con su familia, a tal punto que no volvió a tener contacto con ellos. Desmoralizado, regreso a Lima. Decidió cambiar su apellido, para evitar que sus familiares o conocidos pudieran dar con él, y desde entonces su nombre fue Martín Sánchez Carhuas. Al año de estos eventos, su madre falleció.

Tras tres años de vivir en Lima, y ya ocupándose de la casa hogar (a la que decidió nombrar Rockers), empezó a sentir ciertas molestias. Consultó a un amigo suyo, un médico general llamado Holman Medina, quien lo refirió con un especialista en oncología. Martín tenía cáncer en el estómago. Sin familia ni motivos reales por los cuales vivir, no se ocupó de esta situación más de lo debido y el cáncer fue progresando, poco a poco, aunque al ser benigno, no se había esparcido en su cuerpo.

Este fue el relato que me dio durante muchas horas de internet, aunque dosificado y con un nivel de dramatismo mayor, al tiempo que aseguraba haber encontrado conmigo a esa mujer con la que él quería pasar el resto de sus días. Solía mandarme mensajes a mi celular, conectarse hasta tarde conmigo y llamarme al menos una vez a la semana. Incluso llamó a mi familia, presentándose como mi “novio” y asegurando que formalizaríamos en cuanto él llegara a México. Sin preguntas, le creí, así como muchas otras.

En mayo empezó a tramitar sus papeles en la embajada para así poder salir de Lima. Como había cambiado de apellido, el trámite presentaba complicaciones que hacían más difícil el proceso. Al tener encima la manutención de los niños y la suya propia, además de las medicinas para calmar sus crisis de salud, no tenía recursos suficientes para solventar dichos trámites. Esa fue la primera vez que me solicitó ayuda.


Dos meses después, luego de innumerables conversaciones y correos, aún no recibía el pasaporte pero el trámite estaba en proceso. Su salud empeoró y hubo días en que no podía salir a la calle, menos a trabajar. Era necesaria una cirugía, así me lo hizo saber Holman, su amigo doctor, con quien empecé a comunicarme cada vez que Martín no asistía a nuestras citas virtuales. La necesidad de su operación era evidente, y además había necesidad de pagar los gastos de la casa hogar. El dinero que habia recaudado, sin embargo, no era suficiente y la operación se postergó hasta finales de octubre.

En aquel entonces, me sumí en depresión por no saber el resultado de la cirugía, pues durante varios días su celular no respondió. Hasta que un día recibí un correo de Holman diciéndome que Martín había salido de la operación victorioso, pero aún se encontraba en cuidados intensivos. Reanudé mi comunicación con él de nuevo, llamándolo en las madrugadas, pues era el horario en que me habían dicho que podía llamarle.

Dos semanas después, en noviembre, navegando en internet hice una búsqueda exacta entrecomillando su nombre en el buscador de Google, lo que ya había hecho en ocasiones anteriores sin obtener ningún resultado. Sin embargo, esa ocasión la búsqueda me mando a un blog de Spaces (Hotmail) perteneciente a una chica llamada P, la cual pedía a todos sus amigos orar por la salud de Martín Sánchez Avanzini, quien acababa de pasar por una cirugía delicada y se encontraba en cuidados intensivos. El tono del blog era muy romántico, lo que despertó mis dudas. Le envíe un mensaje privado a la chica en cuestión diciéndole que muy probablemente conocíamos a la misma persona y dándole datos adicionales para confirmar que hablásemos del mismo Martín.

Esa misma noche, Martín me llamó y le mencioné lo que había encontrado. Me dijo que P era una chica que había conocido a través de Holman, pero que no tenía ninguna clase de relación más que de amistad con ella, y que tal vez ella había confundido su relación con algo más. Incluso me sugirió llamarla para corroborar yo misma la historia. No quise seguir con el asunto porque estaba conciente de lo débil que se encontraba, aunque días después P respondió mi mensaje privado sugiriéndome que podía comunicarme con ella, si así lo deseaba. Desafortunadamente, no lo hice.

A finales de diciembre, Martín me dijo que estaba recabando fondos para hacer una fiesta de navidad para los niños de la casa hogar, pero que no le alcanzaba el dinero. Ese fue un intento mas por conseguir dinero. Mientras, seguíamos manteniendo contacto con llamadas, mensajes y visitas en internet, generalmente en las noches.

La situación siguió siendo la misma de enero hasta abril. Continuamente le preguntaba cuándo vendría pero siempre me respondía que tenía que dejar arreglado todo en Lima, y luego terminar de resolver sus documentos en la embajada. En abril me dijo que había preguntado a su oncólogo sobre las inconveniencias de viajar en su estado, y el resultado fue que era necesario que tomara un tratamiento para reforzar su cuerpo ya así estabilizar lo mas posible su organismo, para el viaje que tendría que hacer y el tiempo que le tomaría encontrar una clínica donde continuar su tratamiento. Dicho tratamiento tendría un costo de dos mil dólares, un poco más por las medicinas que le acompañarían. Según él, para finales de abril tendría la mitad del dinero y me pidió apoyo para tratar de completarlo.

Días después de esta último engaño, encontré un extraño mensaje en mi Hi5. Era una persona llamada J que me advertía sobre Martín, diciéndome que era un mitómano y con personalidad múltiple, que no era ni siquiera la persona en las fotografías y que a él lo había estado engañando por más de dos años. El presunto J me decía también que si tenía alguna duda sobre lo que afirmaba, buscara en Youtube un video N, porque quien grababa y narraba el video era el Martín real. Busqué el video y efectivamente, era esa su voz. Le respondí a J pidiéndole más información.

Ese día en la noche, Martín me llamó y yo le comenté lo que había visto. Obviamente lo negó todo y justificó los mensajes diciendo que había mucha gente que le quería hacer daño, que lo único que querían era separarnos. Invito a su amigo Holman a la conversación y éste lo respaldó, advirtiéndome de paso que habrían quizá muchas más personas que me dirían más cosas con tal de ver terminada nuestra relación.

J respondió al día siguiente, dándome su correo electrónico para añadirlo a mi lista de contactos de messenger. Tuve contacto con él y resultó no ser J, sino otra chica a la que llevaba estafando dos años y de la que había obtenido dinero… una cantidad bastante considerable. Resultó ser mas inquisitiva que yo, afortunadamente, y me contó cómo se había enterado de la verdad. Establecí contacto con P y afortunadamente accedió a hablar conmigo. Entre las tres hemos descubierto cómo nos engañó, mandando los mismos correos románticos a cada una, conectándose a internet por medio del uso de cuentas múltiples, y apelando a la lástima y al amor para pedir dinero.

Hemos estado en contacto desde entonces. Con P ya no se comunica, aunque después la dio de alta en su messenger a través de una cuenta que el cree, ella no conoce. La otra chica y yo estamos comunicándonos con él todavía para obtener más información, porque sabemos que cualquier detalle nos puede ser de utilidad. Estamos seguras de que no hemos sido las primeras, y de que a la par que cree engañarnos a nosotras, también lo hace con varias más. Y muy probablemente sean mexicanas, porque como el suele decir: “Sabía que la mujer de mi vida estaba en México, y ahora estoy seguro porque te encontré”. Esto lo ha repetido conmigo, con P y con la otra chica también. Tengo una conversación que tuvo con una brasileña a quien también engañó, pero al parecer México es su país de predilección.

Esta es la historia. Con pequeñas variantes, ha sido la misma con las otras chicas. Queremos detener a este estafador, queremos darlo a conocer para impedir que otras caigan como nosotras lo hicimos y para evitar que tipos como éste engañen a más chicas. Ojalá pueda contar con su apoyo.

Gracias por leer.

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